El salvado de avena nació de la dieta Dukan y de la necesidad de introducir glúcidos que no tuvieran consecuencias para el páncreas y la secreción de insulina. Pero sobre todo, el salvado de avena posee dos propiedades que explican su acción adelgazante. La primera es su poder de absorción, que le permite llenarse como una esponja aumentando 20 veces su volumen en el agua. Una cucharada de 15 gramos llega a formar en el estómago una bola de 300 gramos. Esta masa llena el estómago y, junto con los alimentos ingeridos durante la comida, genera una gran sensación de saciedad de forma rápida y duradera. El segundo es su viscosidad al contacto, que le permite adherir todos los nutrientes que lo rodean en el momento de su llegada en el intestino delgado. Como el salvado no está autorizado para entrar en la sangre, retiene estos nutrientes y sus calorías, que arrastra consigo en los excrementos. Así, el salvado de avena frena poderosamente el apetito. Además, provoca una eliminación de calorías indolora y regular. Finalmente, es muy fácil de cocinar y lo podemos encontrar en gran cantidad de recetas. Así pues, el salvado de avena y el konjac son hoy los dos únicos alimentos que pueden presumir de una acción adelgazante. En 2000, cuando apareció la dieta Dukan, se desconocía el salvado de avena; hoy en día, se utiliza en la mayoría de países del mundo. Se ha impuesto gracias al conjunto de sus cualidades nutritivas y actualmente es difícil imaginar una dieta que no aconseje una alimentación combinada con el salvado de avena.